¡Marchando una de valores!

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Hola amigos seguidores de Mundo Motiva. Hoy hemos pensado que sería útil hacer una pausa y madurar el concepto de valores éticos. Para ello hemos invitado a este canal de comunicación a Pedro María Rivera.

Pedro María es persona muy querida en San Sebastián de los Reyes por su siempre amable trato, su cercanía a todos y sobre todo por su talento artístico musical.

Pedro María nos sorprende con una disertación minuciosa que nos aporta luz en el extenso concepto de los valores éticos, que al igual que los diez mandamientos podría resumirse en un sólo valor ético: «Ser bueno ante la vida».

Pedro María nos ha preparado un gran trabajo de investigación que presentamos en tres partes una introducción, una segunda de detalle y finalmente las conclusiones.

 

Bien, escuchemos y leamos lo que Pedro María nos ha preparado que a buen seguro no nos defraudará. ¡Adelante Pedro María!

Al abordar este tema no podemos por menos que clarificar, lo más posible, el significado y marco de referencia del término valores pues tiene un amplio contexto de aplicación y su correspondiente escala: valores intelectuales, estéticos, afectivos, morales, religiosos, sociales… A buen seguro que estaremos de acuerdo en que el contexto más importante y recabado es de orientación social bien sea familiar, educativo, del mundo deportivo, empresarial, religioso o de implicación sanitaria y salud. Por otra parte, los valores están presentes en la sociedad desde los inicios de ésta y para las personas siempre han existido cosas, hechos, circunstancias de valorla bondad, el bienestar, la verdad, el bien en sí mismo, la belleza, el sentimiento de felicidad, la virtud… Pero también la humanidad, en evolución, ha ido modificando en el transcurrir del tiempo criterios y conceptos de los valores: modos y costumbres sociales, planteamientos estéticos, el bienestar general, los aspectos de prestigio, principios éticos…

Antes de adentrarnos invito a recordar una versión del cuento “El sentido de la vida”:

«Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un sólo tripulante y varios soberbios atunes. El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó

-¿cuánto tiempo ha tardado en pescarlo.

El mexicano replicó:

– Oh, sólo un ratito.

Entonces, el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia. A lo que el hombre de negocios norteamericano añadió:

– ¿Y qué hace usted después con el resto de su tiempo?

El pescador contestó:

– Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis nietos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada atardecer al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.

El norteamericano dijo con tono un poco burlón:

– Verá, soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría esta barca grande, podría comprar varias más. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.

– Pero, señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?

– De quince a veinte años.

– Y luego ¿qué?

El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:

– Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.

– ¿Millones, señor? Y luego ¿que?

– Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, echar la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos».

En general, el término valor o valores tiene un significado positivo. La Real Academia Española de la Lengua en relación con aspectos de orientación social nos ofrece una amplia visión con términos de utilidad, de bienestar, de cualidades personales, de la importancia de una acción, palabra, cosa, etc., de eficacia y firmeza de una actividad para producir efectos positivos, de virtud y bienestar.

Si decimos “los valores están en alza o a la baja” es bastante obvio que tiene resonancia a una operación mercantil, a depósitos o fondos monetarios. Si nos expresamos con un ¡hay que echarle valor!, presupone un estado de ánimo para acometer algún objetivo que implica dificultad que hay que superar. Incluso se puede utilizar mostrando una actitud de defensa de una actuación no correcta, por ejemplo ¡hay que tener valor para haber dicho o hecho tal cosa!

Ojalá que la expresión formulada en el título fuera una asignatura que se pudiera ofrecer como una merienda o aperitivo, que ante cualquier situación en la que faltase un determinado valor, se apelara a solicitar su aplicación inmediata para ubicarse en situación de conducta correcta y adecuada y reconducir esa situación al compararse una con otra.

En definitiva los valores son las fuentes, principios y cualidades que caracterizan a una persona y la sociedad en la que está inmersa, en la expresión de sus actos fundamentalmente positivos para el grupo social al que pertenece. Desde el punto de vista conductual los valores éticos son las bases para orientar adecuadamente y diferenciar los que es correcto de lo que no lo es. Aparecen entonces los principales: el respeto, la justicia, la libertad, la honestidad, la responsabilidad -habilidad de responder asertivamente-, la ciencia de la paz -paciencia-, la lealtad y trabajo en equipo, la equidad, la integridad, la empatía, la nobleza… Esas fuentes nacen en los manantiales del desarrollo individual en su entorno familiar, en las experiencias escolares y sociales cercanas y en visitas y aprendizaje fuera del marco residencial propio, en la formación en recursos humanos y a través de medios de información comunicación y RR. SS.

Autor: Pedro María Rivera, simpatizante de Mundo Motiva y genio compositor e intérprete de guitarra española